Escrito por: Perla Guadalupe Velasco Santiago
El movimiento de los chalecos amarillos, que comenzó hace aproximadamente cuatro meses, dio la vuelta al mundo y generó mucha especulación sobre Macron y Europa. Este movimiento inició como una demostración del hartazgo de la clase media y baja francesa, sin embargo, a 17 sábados de las protestas se habla no sólo de una debilitación sino de la apropiación del movimiento, que supuestamente no tiene líderes.
Durante el mes de febrero ocurrieron diferentes sucesos respecto a los chalecos amarillos que vale la pena mencionar. En primer lugar, está la manifestación del pasado 20 de febrero frente a las Naciones Unidas, entre sus protestas se encontraba la denuncia de la violencia policial y su uso de armas no letales durante las manifestaciones en Francia. Esta manifestación cobra importancia debido a las intenciones de postular a personas del movimiento para las próximas elecciones europeas de mayo. Lo que nos lleva al tema de la apropiación del movimiento.
Después del surgimiento de estas protestas, la extrema izquierda y extrema derecha de Francia demostraron apoyo abiertamente al movimiento. El partido radical de izquierda, Francia Insumisa, dirigido por Jean-Luc Mélenchon, declaró que buscaban los mismos objetivos de acabar con las élites ricas de París.
Por su parte el partido de extrema derecha, Frente Nacional, también demostró su apoyo y uno de sus líderes, Steeve Briois, dijo que debían seguir los pasos de Estados Unidos (refiriéndose a la elección del presidente Donald Trump) para romper con el pasado. La extrema derecha europea se caracteriza por ser populista, como podemos recordar en las elecciones pasadas ganadas por Macron frente a Marine Le Pen, actual presidenta del Frente Nacional. Estas elecciones fueron tomadas por el mundo como una derrota al populismo en Francia, sin embargo, dadas las circunstancias y el descontento, el resentimiento hacia Macron por parte de los franceses le queda como anillo al dedo a Marine Le Pen para ganar simpatía por parte de los chalecos amarillos y así ganar poder político.
Según Jean-Yves Camus del Observatory of Radical Politics, es más fácil que los chalecos amarillos se identiquen con la extrema derecha, y opina también que el movimiento está muy dividido como para representar una amenaza en las próximas elecciones europeas.
A finales de febrero, se hablaba de que un 52% de los franceses deseaban que el movimiento terminara, así como también se discutía cómo las protestas comenzaron a tornarse violentas y se comenzaron a hacer presentes acciones y expresiones explícitas de antisemitismo y racismo. Todo esto atribuido a la infiltración de la extrema izquierda y extrema derecha en el movimiento.
Por último, debemos recordar también el tema de las relaciones Francia-Italia. Las elecciones pasadas en Italia terminaron por crear una coalición anti inmigrante y de derecha, lo que creó tensión con el presidente Macron. Sin embargo, la anti migración es un punto de vista que comparten la extrema derecha italiana y francesa. La infiltración del Frente Nacional en los chalecos amarillos, constituye un gran interés para Di Maio, quien fue visto demostrando apoyo al movimiento en Francia. También publicó una foto con miembros de los chalecos amarillos candidatos a las elecciones europeas, lo que generó gran tensión entre Francia e Italia, pues representa el interés que tiene el populismo italiano de ganar influencia en la Unión Europea.
De acuerdo a la profesora Jan Zielkona, Macron viene a ser la representación del liberalismo odiado por la extrema derecha italiana y francesa.
Los chalecos amarillos han sido el resultado del malestar que aqueja a las clases medias y bajas francesas, y a pesar de que en un principio creó esperanza y parecía tener ideales que ayudarían a cumplir sus objetivos y generar cambios, pronto los excesos y las posiciones extremistas que ya todos conocemos comenzaron a hacerse presentes. Se podría decir que las ideologías extremas son una de las principales fuentes del debilitamiento y desaprobación del movimiento. Como ya es conocido, el extremismo representa un peligro para Europa y lo que es peor aún, parece seguir cobrando más auge.
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