Escrito por: Cristina Cardeño
Los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, popularmente conocidos como los premios Óscar, del presente año tuvieron entre sus nominaciones una película que conviene incluir en la lista de musts de quienes no lograron verla en cines. Se trata de Vice, en donde una vez más Christian Bale vuelve a sorprendernos con su actuación. Esta vez se da a la tarea de representar a un personaje bastante peculiar de la política estadounidense, al ex vicepresidente de la administración de George W. Bush, Dick Cheney. Tal vez había quedado ya en el olvido, pero el filme dirigido por Adam McKay nos hace voltear a verlo de nuevo a través de una polémica perspectiva.
Vice presenta de una cruda manera la realidad del controvertido caso del exvicepresidente de los Estados Unidos de América, uno de los hombres más poderosos de Washington (o que al menos lo fue). La trayectoria de la película es exquisita en cuanto a la narrativa, el guión, la producción y actuaciones. Fue galardonada con el premio a Mejor Maquillaje en los Premios de la Academia, aunque estuvo presente en varias nominaciones más. A consideración personal, la película daba el ancho para haber podido ganar el premio a Mejor Guión Adaptado e incluso a Mejor Actor. La película está repleta de información que puede ser un tanto difícil de dirigir si no se ha tenido contacto previo con el caso. No obstante, es un buen punto de partida para sumergirse tanto en las prácticas de política doméstica y de política exterior en conjunto de los Estados Unidos de América durante un periodo crítico de la historia de la gran potencia, es decir desde la Guerra Fría, la guerra de Vietnam y como la cereza del pastel, hasta la guerra contra Afganistán e Iraq después del atentado terrorista del 9/11.
Sin duda, representa una candente polarización entre las posiciones de republicanos y demócratas en EE.UU. ya que no es un tema fácil de digerir. El filme propone desde una perspectiva liberal pro-demócrata y ferozmente crítica el ascenso de Dick Cheney en Washington hasta llegar a asumir el cargo de vicepresidente en la administración del Presidente de la Guerra, satanizando así a Cheney y al mismo tiempo cada una de sus acciones políticas. Es posible apreciar por la narrativa de la película que George Bush queda relegado hasta cierto punto, otorgándole así a su vicepresidente casi por completo el control absoluto de la política, en especial de la exterior, durante su administración. Dick Cheney es presentado a lo largo de la película como un personaje áspero, astuto, oportunista y con ambiciones de poder político que supo manejar a su antojo la Unitary Executive Theory. Todo esto, conjugado con el contexto político de su país de ese entonces, le es favorable para llegar a ostentar dicha posición en la política de los Estados Unidos de América.
Por último, un pequeño esbozo sobre algunos de los temas tratados en la película, son las muertes de miles de estadounidenses en las distintas guerras mencionadas previamente, las prácticas de waterboarding e incluso el levantamiento del Estado Islámico (ISIS o Daesh) como una de las consecuencias de la guerra en Iraq. Consecuencias que son directamente atribuidas al ex-vicepresidente. El final del filme es un ingenioso remate, en el que Dick Cheney habla a la cámara, o sea a nosotros como espectadores. Aquí habla de frente, directo y sin temor alguno; no se arrepiente de haber hecho absolutamente nada de lo que se le atribuye, ya que fue por el bien de los estadounidenses. Nos deja con un amargo sabor de boca y que logra hacernos dudar de los hechos, de las razones detrás de sus actos expuestas a lo largo de la película. En definitiva, reitero que es un must para todo aquel interesado en conocer otro de los oscuros secretos de los Estados Unidos de América.
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